octubre 14, 2017
Un principio del arte conceptual es explorar los límites de los obje tos producidos, y cuestionar el uso que se le da a estos materiales, así, lo que define el valor de un objeto artístico, no es la función que este tiene, sino la posición y el contexto en el que es colocado y la manipulación del material para generar un nuevo lenguaje.
Como dejadas sin querer, sobre la piedra de una antigua barraca de viña, encontramos dos obras de Angélica Chavéz, dos fotografias de la autora y su encuentro con el entorno durante su residencia en 2013.
“…Yo, que veo, tengo también mi profundidad, ya que estoy adosado a lo visible que veo y que sé muy bien que me envuelve por detrás. El espesor del cuerpo, lejos de rivalizar con el del mundo, es, por el contrario, el único medio que tengo para ir hasta el corazón de las cosas, convirtiéndome en mundo y convirtiéndolas a ellas en carne”. Lo visible y lo invisible, Maurice Merleau-Ponty, Seix Barral, 1970.
Texto que empujó a la autora en la busqueda de si misma, estas dos obras pertenecen a la colección “Huellas latentes”
“Huellas Latentes” es un proyecto fotográfico alterno, más no alejado de la instalación “envolviendo piedras”. Así como en la instalación he dejado segundas pieles abrazando y apropiándose de un espacio, en esta segunda fase se invierten los papeles.
La idea fue trabajar con materiales que iba recogiendo en el bosque que se encuentra alrededor del centro, era como ir recogiendo nuevas memorias, nuevos recuerdos, y las sensaciones que te da oler, tocar y sentir este sitio.
Por esta razón es que hablo sobre la carne y los elementos naturales como una segunda piel, o una parte fundamental del ser humano.
Son precisamente Huellas latentes, evidencias que describen algo que está ahí, inherente en el ser humano, pero que la mayoría lo mantenemos inactivo, como la capacidad de percibir sensaciones en su mayor pureza y de la manera más sutil y simple.